Poco a poco los muebles desaparecen y el espacio vacío empieza a hacerse presente en la habitación. No tenemos que olvidarnos nada, pero el eco es algo que no podemos llevar con nosotros.
Ese eco que cuenta las historias que ha presenciado estos años, las risas, las penas, las alegrías y las tristezas. El que nos recuerda las derrotas y suaviza las victorias.
Poco a poco el eco se va apoderando de los rincones vacíos que vamos dejando. Esos rincones donde solíamos contarnos nuestros secretos. Esos rincones ahora son algo suyo.
Siempre que dejamos una casa, de todas las cosas que nos tenemos que llevar con nosotros, es algo que nunca he sabido como traerlo conmigo. Ni siquiera sabemos si es nuestro. Tal vez estaba allí antes que nosotros y tímido de nuestra presencia simplemente se escondía para que no lo viéramos.
Me gusta pensar que, aunque siempre ajeno a nosotros, el eco recordará nuestra presencia. En nuestro caso puedo asegurar que tardaremos en olvidar los detalles de lo que fue nuestro hogar por 6 años.
Empezamos una nueva etapa, en un nuevo hogar, donde el eco nos esperaba con los brazos abiertos.
Tampoco nos hemos podido llevar a Úrsula, Regula y Hannah. 😦 Con la de veces que esas tres señoritas me habrán visto desde su ubicación experimentando en la cocina….. Sniff, sniff. Y no me acordé esta mañana de sacarles una foto…
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Te iba a decir que si volvemos estaran alli. Pero en este caso se seguro que no estaran..;-)
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Ánimo! que todos los cambios pueden traer cosas buenas!
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Eso siempre.. Me gustan los cambios, pero poco a poco, no todos de golpe 😉
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